Capítulo trece
Dos días después Walden me aseguró que recién había comenzado a buscar en los vastos recursos de la biblioteca. Intenté esconder mi desilusión y le pregunté si tenía algún material de lectura para mí, así ayudaba con la búsqueda, pero en lugar de dármelo, me recordó que al día siguiente era el día de descanso. Cuando me preguntó cuánto había pasado desde que tomé algo de tiempo libre, descubrí que no podía resistir el encanto de tener todo un día libre.
Y no necesité pensar más de un segundo para saber que quería hacer en él. Lo que explicaba cómo terminé parada en el patio delantero de la Academia, mirando las grandes puertas que daban acceso al resto de Corrin.
Córalie había ofrecido acompañarme, pero este era un viaje que necesitaba hacer por mi cuenta. No iba a ir lejos.
Sacudí mi cabeza ante mi tonta vacilación, empujé la puerta para abrirla, y salí. De inmediato fui rodeada por distintos aromas y sonidos, lo que me hizo preguntarme si los creadores que construyeron las paredes de la Academia, habían incorporado en sus composiciones protecciones contra el ruido.
Volví mi mirada al muro de mármol alto y liso que rodeaba los terrenos de la Academia. Casi podía sentir el prestigio manando de la piedra, pero no pude mantener mi mirada allí por mucho tiempo. En su lugar mis ojos se vieron atraídos hacia mi izquierda, hacia el imponente palacio que dominaba la ciudad.
Al tener el mismo mármol blanco, la Academia se sentía como una extensión del magnífico edificio. Pero no cabía duda alguna de cuál era la atracción principal. El palacio se alzaba tan alto, que sus murallas hacían poco para bloquear su imponente efecto. Un incontable número de personas debía vivir en aquel vasto lugar.
Aparté mi mirada de él para ver hacia la parte superior del Paso del Sur. Ubicada justo enfrente de la Academia se encontraba lo que parecía ser otra extensión del palacio, excepto que este muro alto de mármol, escondía la Universidad Real. La casa actual de mi hermano, Jasper.
Parecía algo incomprensible que hubiéramos estado viviendo tan cerca durante todas estas semanas y no nos hubiéramos visto. Por otro lado, Jasper tal vez tuvo tan pocas oportunidades de salir de la universidad como yo las había tenido de dejar la Academia. Entonces otra idea me llegó. Tal vez él ni siquiera sabía sobre mi presencia aquí en absoluto.
Córalie me aseguró que los visitantes eran bienvenidos en la universidad, y que de hecho su extensa biblioteca estaba abierta para el uso público. Cuando lo dijo no había visto la ironía de sus palabras y yo me refrené de señalársela, consciente de cuánto le debía por su amabilidad.
Pero ahora sus palabras permanecían conmigo, mientras cruzaba la calle y me acercaba a las puertas que eran idénticas a las de la Academia. ¿Cuántas personas normales habían cruzado esta entrada, sin contar los que venían en calidad de sirvientes? Ciertamente ninguno había venido para usar la biblioteca.
Estas puertas tenían una pequeña sección que se podía abrir sin empujar toda la estructura, sintiéndome agradecida por ello entré a través de ella. Mientras lo hacía el orgullo por Jasper brotó en mi interior. Estaba aquí debido a un accidente que seguía sin poderse explicar, pero Jasper se había ganado su lugar entre la élite. Toda su vida se había esforzado para perfeccionar su don natural, hasta que su mente tuvo la capacidad de retener todo lo que necesitaría para tener éxito en el mundo de la palabra escrita. Una vez se gradúe podría dirigir una compañía de mercantes, compitiendo con los magos comerciantes, o incluso obtener alguna clase de posición de funcionario.
La universidad tenía un patio aún más grande que el de la Academia, con tres fuentes ubicadas a lo largo de él que a pesar del clima frío burbujeaban y salpicaban agua. Y a diferencia de la Academia que consistía en un único edificio principal con algunos anexos pequeños ubicados al lado de él, la universidad estaba compuesta de varias estructuras grandes e imponentes que estaban conectadas por senderos arqueados.
Vacilé y los miré uno por uno. De alguna manera no había anticipado que fuera tan grande.
—¿Necesita ayuda? —preguntó una amigable voz a mi derecha.
Me giré para ver a un joven alto que me hizo una breve reverencia.
—Siempre nos complace ayudar a las lindas visitantes de nuestro humilde reino de aprendizaje.
Una chica bajita que estaba junto a él, resopló.
—En tu caso, Edmond, es con énfasis en linda.
Me sonrojé y contuve el impulso de alisar mi vestido. Esta mañana había escogido con más cuidado mi ropa y me había arreglado más el cabello, pero lo hice por mi hermano, no para impresionar a alguien más. Quería que me viera con la ropa más fina que me había proveído la Academia, y que sintiera algo de orgullo por mí, como yo sentía por él. Desde luego, no cabía duda de que sólo duraría hasta que le contara el lio en el que estaba metida, pero eso no había evitado que lo intentara.
—Me hieres —le dijo Edmond a su amiga, presionando con dramatismo una mano contra su pecho.
Justo a tiempo evité levantar una ceja. Él parecía ser más apto para una carrera de actuación en vez de una académica. Volví a mirar la enorme universidad.
—En realidad, me vendría bien algo de ayuda —dije—. Estoy buscando a mi hermano, es uno de los estudiantes de aquí.
El tercer miembro de su grupo me observó con los ojos entrecerrados.
—¿Cómo se llama?
Su mirada recelosa y su aire de irritación me recordó que los tres debían ser magos. ¿Desde cuándo estaba tan a gusto alrededor de los de su clase que les hablaba sin siquiera pensar en su estatus?
«Desde que doblegaste el poder a voluntad con una palabra hablada», dijo una voz en mi interior. Cuadré mis hombros y le regresé una mirada igual de fría.
—Se llama Jasper.
—¿Por qué no me sorprende? —El chico arrogante dio media vuelta como si, en lo que a él respecta, nuestra conversación hubiera terminado.
Me mordí el labio, sintiéndome preocupada de repente. Debido a lo orgullosos que estábamos de él, mi familia nunca había considerado mucho cual podría ser el destino del pobre Jasper, rodeado de aquellos que por naturaleza lo veían como alguien inferior. ¿Tenía a alguien como Córalie que lo ayudara? ¿O estaba luchando por salir adelante solo? Deseé haber podido encontrar una oportunidad para visitarlo antes.
No obstante, la expresión de Edmond sólo flaqueó por un breve instante.
—En ese caso, buscas la puerta de allá —Señaló una puerta lateral que estaba en el edificio norte—. Todos nosotros, los humildes estudiantes de tercero, tenemos nuestros dormitorios allí.
La chica resopló de nuevo.
—¿Humilde? ¿Tú?
Edmond le dio un empujoncito y ambos comenzaron a discutir en broma.
Su antipático compañero suspiró.
—¿En verdad seguimos aquí parados?
Edmond y la chica inclinaron la cabeza hacia mí, de tal forma que no fue exactamente amigable pero tampoco fue grosero, antes de seguir sin prisa a su amigo. Cuando llegaron a las puertas de la universidad, escuché a la chica susurrar:
—Espera un segundo, ¿dijo que era la hermana de Jasper?
Intentó volver a mirarme, pero su amigo la jaló hacia la calle y ya no pude escuchar nada más. Respirando hondo, caminé deprisa hacia la puerta que me indicaron, sintiéndome ansiosa por encontrar a Jasper antes de tropezarme con más magos. La puerta se abrió fácilmente al empujarla con mi mano, permitiéndome ingresar a un largo corredor lleno de habitaciones.
Detuve a un criado que pasaba por allí, para preguntarle por mi hermano, y luego de reflexionar por un momento me indicó una puerta que estaba a mitad del pasillo. Toqué y apenas pude contener la emoción mientras esperaba que aquella voz familiar respondiera.
—Entre.
Irrumpí en la habitación y me abalancé a sus brazos.
—¡Uuf! —Jasper se tambaleó hacia atrás antes de estabilizarnos a ambos—. ¿Elena?
Retrocedió para observarme con sorpresa, y aproveché para inspeccionar su delgada figura.
—¿Has estado comiendo bien?
Se rió.
—Suenas como nuestra madre, ¿por qué no me sorprende? ¿Necesito recordarte de nuevo que soy tu hermano mayor?
Miré alrededor de la habitación, sorprendida de ver algunos toques lujosos. Y no había ninguna cama a la vista, aunque la puerta en uno de los costados de la habitación parecía conducir a otro cuarto. Sabía que Jasper tenía que pagar el alojamiento y comida, pero no parecía ser suficiente para una suite como esta. La universidad le proporcionaba más lujos a sus estudiantes que la Academia.
—Esto es agradable —dije.
Jasper miró a su alrededor.
—Sí, supongo que es bastante agradable, pero no deberías estar aquí. Anda, vamos a mi habitación.
—¿Tú habitación? —A pesar de mi confusión lo seguí por el pasillo—. ¿No es esa tu habitación? Le pregunté a un criado donde encontrarte y me dirigió hacia allí. Y allí estabas…
Jasper abrió una puerta que estaba un poco más lejos y me hizo pasar a una pequeña habitación individual. Esta tenía una delgada cama, un escritorio y un arcón para almacenar cosas.
—Esos son los aposentos de Gregory.
—¿Gregory? ¿Quién es él? ¿Y por qué estabas en sus aposentos?
Crucé la habitación para mirar por la única ventana que había. Al estar en la planta baja, Jasper no tenía un paisaje como el que yo tenía en la Academia, pero aun así tenía una vista agradable de un pequeño patio con varios árboles y otra fuente. Al menos eso era algo.
—Es otro de los estudiantes sin-sangre.
Me volví a verlo. El termino se oía raro en los labios de mi hermano; nunca antes se lo había escuchado decir.
—Actualmente sólo hay tres de nosotros en toda la universidad. Gregory, Clara y yo. Al igual que yo, Clara está becada —Negó con la cabeza—. Es completamente brillante, por lo que no es una sorpresa. Pero como sabes la beca solo cubre la colegiatura, así que, al igual que conmigo, su familia lucha por cubrir sus otros gastos —Hizo un gesto hacia su alrededor—. Por eso la habitación sencilla. Por otro lado Gregory… —Negó con la cabeza.
—¿Un sin-sangre rico? —pregunté. Supongo que era uno de aquellos que podían permitirse comprar las composiciones de los magos. La clase de persona de la cual sólo había sido vagamente consciente que existía antes de encontrarme con el amplio mundo que había a las afueras de Kíngslee.
—Exacto —Jasper negó con la cabeza—. Pobre hombre.
—¿Pobre? —Lo miré—, ¿no acabas de decir lo contrario?
—Bueno, no monetariamente pobre. Al menos no para nuestros estándares, pero en verdad no tiene la memoria necesaria para estar aquí. Es una constante lucha para él, sin embargo, su familia busca abrirse paso en el mundo, por lo que no estaban satisfechos con un simple entrenamiento para él, incluso dentro del próspero negocio de transportes familiar. Así que aquí está.
—Oh —Reflexioné sobre ello—. Aun no estoy segura del porque estabas en sus habitaciones.
Jasper se encogió de hombros.
—Su familia le da una mesada, pero él sabe que nunca será capaz de mantenerse al día con las clases. Así que Gregory gasta su dinero en tutores, en vez de contratar criados para los servicios extra, como lo hace la mayoría de estudiantes debido a que los de la universidad solo hacen los deberes más básicos.
—¿Tutores? —Intenté imaginarme a un mago dispuesto a enseñarle a un sin-sangre.
Jasper se rió.
—Antes de llegar aquí habría estado tan escéptico como tú, pero parece que siempre hay jerarquías. ¿Cómo crees que algunos de los magos menos acaudalados provenientes de las familias menores, pueden permitirse contratar el servicio de los criados?
Pensé en Córalie y en la conversación sobre la venta de composiciones. Puede que, para los estudiantes más pobres, enseñar fuera considerado menos degradante.
—Gregory no puede recordar todo lo de las clases, como Clara y yo podemos. Así que sus tutores le leen en voz alta los libros de texto asignados. Es un buen tipo, así que nos deja a Clara y a mí acompañarlo en sus tutorías, a cambio de que actuemos como los sirvientes que no tiene.
Se rió ante mi expresión de sufrimiento.
—Puedo asegurarte que he hecho cosas más estúpidas en mi vida que hacer mandados y actuar como un criado —Hizo una mueca—. La pobre Clara tiene que limpiar sus habitaciones hasta que brillen, así que podía ser peor.
Levanté una ceja, dispuesta a darle un sermón sobre comportamiento caballeresco, pero él rápidamente me cortó.
—Oh, no te preocupes, ella me asegura que prefiere eso a estar corriendo de aquí para allá por la universidad y la ciudad.
Examiné el apuesto rostro de Jasper mientras se reía. Por supuesto, ese podría ser el caso, no obstante, también era posible que lo que Clara prefería fuera complacer a mi hermano. Y descubrí que esperaba fuera la última opción. Jasper necesitaba a alguien que intelectualmente pudiera seguirle el ritmo, y nunca había habido alguna esperanza de que eso sucediera con alguien de Kíngslee.
Esperaba que mis padres no fueran a decepcionarse si a él también terminaba gustándole ella. Tal vez, habían estado esperando en secreto que fuera a emparejarse con una chica proveniente de una familia como la de Gregory.
Miré una vez más alrededor de la habitación, antes de volver a posar mis ojos en mi hermano.
—No pareces sorprendido de verme.
—Por supuesto que estoy sorprendido. Y encantado, eso se entiende sin decirlo —Me sonrió ampliamente, pero continué mirándolo con los ojos entrecerrados.
—Oh sí, estás bastante sorprendido de verme esta mañana en particular, pero no estás tan sorprendido como podrías estar.
Una sombra oscureció su rostro, y se sentó en su cama, dando palmaditas al lugar junto a él. Cuando también me senté, se giró un poco para poder verme. Sus ojos brillaban con preocupación.
—Sabía que estabas en la Academia, si a eso te refieres. Te habría visitado, pero no estaba seguro de cómo estaban las cosas exactamente, y no quería empeorar la situación para ti… Esperaba que con el tiempo pudieras venir aquí.
Bajé mi mirada hacia mi regazo, y retorcí mi falda entre mis manos.
—Entonces, ¿sabes… lo qué pasó? ¿Sobre mí? ¿Lo escuchaste?
Jasper se rió, pero a diferencia de antes, esta vez su risa sonó fría.
—¿Bromeas? ¿Una sin-sangre que ejecutó una composición con una palabra hablada, y su hermano que justo resultó ser uno de los dos únicos sin-sangre en todo el reino a los que les ofrecieron una beca universitaria en los últimos cinco años? Tanto los rojos como los grises estuvieron investigándome.
Levanté mi mirada hacia él con repentina alarma, pero Jasper negó con la cabeza.
—Relájate, desde luego no encontraron nada. No se puede obtener una posición como la mía sin respetar las limitaciones. Sin importar que tan grande sea la tentación, no me acerco a ningún libro.
Su rostro se contrajo, y solo pude imaginar lo duro que debía ser para él estar en un ambiente como este, con una mente como la suya. No cabía duda de que podría aprender a leer en tan solo una fracción del tiempo que me tomó a mi aprender.
—De todas formas, ya estaban observándonos, a nosotros los sin-sangre, como halcones —dijo.
—Me sorprende que te dejaran quedarte aquí —murmuré.
Se encogió de hombros con una expresión cínica.
—Bueno, tienen que darles algunas concesiones a las personas normales, ¿no? Demostrar benevolencia y todo eso.
—¿Lo tienen?
Se rió ante mi sombría expresión y me jaló el cabello como solía hacer.
—Bueno, te dejaron entrar a la Academia, ¿no? Y si eso no es hacer una concesión…
Puse mis ojos en blanco, y le tiré una almohada, sin sentirme para nada arrepentida cuando rebotó y aterrizó en una gran área de polvo en particular, en la esquina de su habitación.
Su rostro volvió a desanimarse y me miró atentamente.
—Pero, hablando en serio, El, espero que andes con cuidado.
Asentí, pero miré hacia abajo para ocultar mi sonrojo. Al menos había estado intentado tener cuidado. Es solo que no parecía poder controlar siempre mi lengua.
Jasper inclinó la cabeza para mirarme a los ojos.
—Lo digo en serio, Elena. Esto no es como Kíngslee donde podías decir lo que querías.
Hice una mueca. Me conocía muy bien.
—O, lo que es más, hacer lo que querías. Estás codeándote con personas poderosas y, a diferencia de en la universidad, no hay algún precedente para tu presencia allí —Vaciló—. Escuché sobre la explosión.
Levanté la cabeza de sopetón.
—¿A sí?
Asintió, su mirada aún estaba fija en mi cara.
—¿Eso te sorprende? —Se detuvo a pensar de nuevo—. No sé cómo son las cosas allí, en la Academia, pero Elena… —De repente se levantó y caminó hacia la ventana, mirando por ella durante un momento antes de girarse hacia mí.
Esperé con la frente arrugada. No estaba acostumbrada a este Jasper: serio y preocupado.
Regresó de nuevo a la cama y se volvió a sentar, tomando mi mano entre las suyas.
—Elena, muchos ojos están puestos sobre ti. Ojos poderosos. Lo que hiciste… no sólo es inusual, no tiene precedentes. Es inaudito. Casi inimaginable. Hay… muchas opiniones al respecto.
Fruncí el ceño.
—¿Qué se supone que signifique eso?
Jasper se mordió el labio.
—Solo que andes con cuidado, como te dije. Y cuida tu boca —Me lanzó una mirada severa.
Suspiré.
—Lo intento, en verdad lo intento. Créeme, soy muy consciente de qué tan imposible soy. Pero, Jasper, todo se siente tan inútil cuando ni siquiera puedo hacer que funcione.
—Cuéntame —dijo, y pronto le conté sobre todas mis luchas, sintiéndome aliviada de por fin tener un par de oídos amigables y familiares que me escucharan. Unos oídos que pertenecían a alguien que amaba y en quien confié incluso antes de confiar en mi misma.
Cuando por fin terminé, Jasper no tenía ninguna sugerencia que me ayudara, a pesar de su sagaz mente.
—Mantendré los oídos atentos —prometió—, pero honestamente, si puedes leer ya vas delante de mí —El brillo celoso que apareció en sus ojos me hizo sentirme avergonzada por no hacer otra cosa más que quejarme.
—Jasper, desearía…
—No lo digas. Hay algunas cosas que nunca podrán suceder, y tu explosión sólo lo prueba. Los milagros imposibles son limitados.
Le di un impulsivo abrazo y luego retrocedí. Mi estómago retumbó, recordándome cuanto tiempo había pasado. Una campana lejana repiqueteó en algún lado, y Jasper se levantó.
—Lamento no tener comida que ofrecerte, hermanita, pero no tenemos permitido traer invitados al comedor. De todas formas, me tengo que ir. Siempre tenemos una tutoría por la tarde en nuestro día libre.
También me coloque de pie.
—No te preocupes por mí, me alegra haberte visto. Regresaré cuando pueda —Me mordí el labio—, solo que no sé cuándo sea eso.
—Tú ten cuidado y no te preocupes por mí —dijo, dándome un rápido abrazo—. ¿Conoces el camino de salida?
Le lancé una mirada divertida.
—Puede que no todos seamos genios, Jasper, pero no fue algo exactamente complicado.
Me sonrió con soltura, antes de escoltarme fuera de su habitación y caminar por el pasillo en dirección opuesta a la puerta que había usado para entrar en el edificio. Lo observé irse hasta que desapareció antes de suspirar y dirigirme hacia la salida.
Fue bueno verlo, pero no me gustó la expresión de su rostro cuando me advirtió que tuviera cuidado. Y solo ahora que ya se había ido fue que me di cuenta que nunca lo presioné para que se explicara. Justo lo que necesitaba, más amenazas nebulosas de las que preocuparme.
Salí de prisa al patio, y cerré mi gruesa capa a mi alrededor, intentado bloquear el fuerte viento que se había alzado. Manteniendo la cabeza agachada caminé aprisa hacia la puerta.
—¿Elena? —Aquella exclamación sorprendida me hizo detenerme y mirar a mí alrededor. ¿Quién más podía conocer mi nombre aquí?
Pero la alta figura que estaba recostada contra una pared cercana no pertenecía a un miembro de la universidad en absoluto. Cuando permanecí parada, inmóvil, mirándolo, los ojos de Lucas se dirigieron hacia un lado. Escuché varias voces, que antes habían sido encubiertas por el sonido del viento, y me volví siguiendo su mirada.
Pero de inmediato Lucas se apartó de la pared y se acercó a grandes pasos. Agarrándome del brazo, me jaló hacia donde había estado parado bajo la cubierta curva de un sendero. Trastabillé tras él, sintiéndome demasiado sorprendida por el calor de su mano que sentía a través de mi manga, como para luchar o protestar. ¿Estaba tan consciente como yo de que nunca nos habíamos tocado antes, ni siquiera en un combate? El príncipe de Ardann no se emparejaba con la sin-sangre.
Reasumiendo su posición anterior contra la pared, me jaló hacia él de forma tal que estábamos parados frente a frente, mi cuerpo a tan solo centímetros de estar presionado contra él. Luché por respirar mientras intentaba desesperadamente recordarme quién era él y no pensar en su amplio pecho o en sus fuertes brazos.
Levanté mi mirada hacia sus ojos y descubrí que me estaba mirando con una expresión cautivada. Pero tan pronto como abrí mi boca para exigir una explicación, su mirada volvió a dirigirse hacia un lado.
Cuando intenté girarme para ver hacia el patio tras de mí, su agarre en mis brazos se apretó. Suspiré, las advertencias de Jasper aún resonaban en mis oídos, y me abstuve de liberarme.
En su lugar escuché, recogiendo fragmentos de conversación entre las ráfagas de viento. No era suficiente para seguir el hilo de lo que decían, pero dejé de intentarlo cuando un nombre llegó hasta mí. Abrí la boca por la sorpresa, y de pronto me sentí feliz de estar escondida.
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