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Voz de poder capítulo 17

Ilustración del mapa por Rebecca E Paavo

Publicado el 31 de marzo del 2024

Capítulo diecisiete


Mientras caía mis pensamientos volaron inútilmente hacia la composición de escudo que habíamos estado estudiando en clase durante la última semana. Sabía que cada uno de mis compañeros ahora cargaba un pergamino enrollado en algún lugar de su ropa, preparados para una emergencia como esta. Solo yo seguía siendo débil y estando indefensa.

Choqué contra un bloque mientras caía, y las palabras salieron desesperadas de mi garganta.

—¡Escúdame!

El poder se precipitó a mí alrededor y todo bajó de velocidad. El frío aire nocturno desapareció, y floté hacia el suelo envuelta en calidez. Un par de pedazos de mármol rebotaron lejos de mí, y luego el sonido de la colisión terminó. Con los últimos pedazos del balcón yaciendo sobre el suelo, aterricé con suavidad sobre el monto de escombros.

Mis pies se tambalearon y me resbalé, mis rodillas no lograron sostenerme y caí con fuerza en cuatro patas. En vez de sentir la escarpada piedra, caí contra algo suave y cálido, pero se desvaneció mientras permanecía allí arrodillada, jadeando. El mármol roto se clavó en mis manos y rodillas.

Me coloqué de pie y temblorosamente me equilibré en un pedazo grande de piedra. ¡Lucas! Aquel repentino pensamiento casi hace que me caiga de la pila de escombros mientras miraba rápidamente a mi alrededor. ¿Habría estado lo bastante lejos del balcón como para evitar el accidente?

Levanté la mirada y vi la cortina roja ondeando con libertad, la puerta que cubría ahora daba hacia la nada, y el príncipe estaba inclinándose sobre el enorme agujero, su expresión distante fue remplazada por una de conmoción.

—¡Elena!

—Est… Estoy bien —Lo saludé débilmente con la mano antes de dejar caer mi brazo con torpeza.

Una conmoción se escuchaba en el interior del salón de baile, pero el príncipe en vez de girarse a verla, sacó un pergamino enrollado. Luego de rasgarlo, guardó nuevamente las dos mitades dentro de su chaqueta y dio un paso hacia el aire.

Mi grito de protesta murió cuando vi que, en vez de caer en picada hacia el suelo, Lucas permaneció erguido como si sus pies estuvieran sobre un balcón invisible. Mientras observaba, descendió despacio hasta el suelo, siendo bajado en una plataforma de aire.

Ahora que mi pánico inicial había disminuido, podía sentir el poder de su composición centrado bajo sus botas. La sensación me recordaba a la que había sentido cuando el balcón recién comenzó a ceder. Era la misma percepción de poder controlado que llenaba el salón de clases cada vez que mis compañeros liberaban una obra.

La composición que había sentido mientras el balcón colapsaba fue sutil y llena de mucha más delicadeza que la composición del príncipe, pero fue obvia. ¿También la había sentido Lucas? ¿La habría compuesto él?

Sin embargo, cuando sus pies tocaron el suelo, justo fuera del anillo de escombros, Lucas trepó directamente hacia mí, estirando una mano firme para agarrar mi codo. La conmoción y el miedo que había en la expresión de su rostro fueron suficientes para que apartara de inmediato la idea.

Logré darle una sonrisa temblorosa.

—No aprendiste esa composición en clase.

—Soy un príncipe, ¿recuerdas? —No me devolvió la sonrisa, en lugar de eso me observó como si estuviera examinándome en busca de alguna herida—. ¿Cómo…?

Sus palabras se apagaron mientras ambos nos mirábamos con los ojos muy abiertos. Los dos sabíamos cómo había sobrevivido. Una oscura mirada apareció en su rostro.

—Acabas de componer un escudo. Verbalmente. Compusiste una obra, Elena —Respiró profundo—. ¿Has estado conteniendo…?

—¡¿Qué?! ¡No! Por supuesto que no —Jalé mi brazo para zafarme de su agarre y bajé la pila de mármol roto hasta llegar a suelo más firme. Lucas me siguió, y me giré para enfrentarlo.

—Supongo que las emergencias lo sacan a relucir. Ustedes debieron haberme tirado de las ventanas de la Academia.

Se pasó una mano por el cabello.

—Lo siento. El shock…

Levanté una ceja.

—¿Acabas de ofrecerme una disculpa? ¡Hablando de shocks!

Una reticente sonrisa curvó las comisuras de su boca, pero los gritos sobre nosotros llamaron su atención.

—¡Su alteza!

—¡Lucas!

—¡¿Qué sucedió?!

El príncipe los saludó con la mano, pero no intentó responderles, y tan solo unos segundos después, más personas salieron por una puerta cercana que estaba en la planta baja. Los uniformes rojos y dorados de la guardia real se acercaron a nosotros en manada, y su general no se quedó atrás.

—¿Qué sucedió aquí? —ladró Thaddeus, inspeccionando la destrucción y a nosotros. Sus ojos se entrecerraron y varios guardias se movieron hacia mí, pero Lucas también lo hizo. Solo dio un paso hacia mí, un movimiento sutil, pero nos alineó. Los guardias se detuvieron, mirando entre el príncipe y su general.

El rey Stellan apareció tras Thaddeus, y todos los guardias se pusieron firmes mientras que yo ejecuté una rápida reverencia.

—¡Lucas! ¿Qué es esto? —La atención del rey permaneció fija en su hijo.

La espalda de Lucas se enderezó ligeramente.

—El balcón colapsó, padre. Podemos agradecer que no hubiera más personas en él durante ese momento.

Algo pasó por sus miradas y el rey asintió.

—Sentí el uso de tu poder.

¿Se refería el rey al otro poder? ¿Al que había derrumbado el balcón? Si él también había sentido esa obra, parecía dispuesto a pretender que no lo había hecho y a aceptar la explicación pública de Lucas sobre un colapso simple. Al menos por ahora y en frente de tantos testigos.

—Es una fortuna que estuviera cerca para suavizar la caída, su alteza —dijo Thaddeus—, de no ser así habríamos tenido una tragedia —Su mirada se posó en mí de tal manera que me hizo pensar que él no lo habría considerado tan trágico siempre y cuando yo hubiera sido la única víctima.

—Habría sido algo más afortunado si mi hijo no hubiera necesitado gastar una de sus composiciones personales de reserva —La frialdad en la voz del rey hizo que el general se tensara—. Habría sido más afortunado si tus guardias hubieran hecho su trabajo.

Thaddeus se inclinó ante el rey.

—Ciertamente, señor. Yo mismo examinaré la situación y enviaré de inmediato equipos para que revisen los demás balcones en busca de alguna señal de inestabilidad o debilidad.

Abrí la boca para espetar que no había sido un colapso accidental, pero la mano de Lucas salió disparada hacia mí y me agarró el brazo con tanta fuerza que volví a cerrar la boca por la sorpresa. Para cuando la atención de los demás volvió a nosotros, su mano había desaparecido, regresando a su costado. Aun así, guardé silencio.

—Me parece —dijo Lucas con voz calmada y firme—, que se requiere una examinación exhaustiva del palacio. Preferiblemente con la asistencia de un equipo de creadores, después de todo han pasado generaciones desde que los creadores construyeron por primera vez este lugar.

—Es una excelente sugerencia —dijo el rey—. Ve que se cumpla, Thaddeus.

El general se inclinó una vez más y se volvió para espetarles órdenes a los guardias, cuyo número había aumentado desde la llegada del rey. Muchos de ellos se marcharon en direcciones diferentes y solo cuando la mayoría de ellos desapareció de nuestra vista, el general se volvió hacia nosotros.

—Desde luego, el príncipe Lucas deseará regresar a su celebración de cumpleaños —dijo Thaddeus—, pero imagino que la joven dama estará algo conmocionada. Puedo hacer que mis hombres la escolten…

Lucas frunció el ceño, pero no podía estar segura a que parte del discurso se debió su reacción. Y antes de que él o alguien más pudiera responder, intervino un recién llegado.

—Te aseguro que eso no será necesario, Thaddeus —Lorcan se había aproximado a nosotros, flanqueado por Jocasta y Walden. Me sorprendió el alivio que sentí al ver sus familiares rostros.

—Elena es nuestra estudiante y por supuesto la llevaremos de regreso a la tranquilidad y a la seguridad de la Academia.

Thaddeus entrecerró los ojos, pero asintió bruscamente con la cabeza.

—Muy bien. En ese caso, tengo asuntos importantes que atender.

El general se marchó y Lorcan me hizo un gesto para que fuera junto a él antes de inclinarse ante el rey y Lucas.

—Su majestad. Su alteza. Espero disculpen nuestra apresurada partida de su encantadora celebración.

El rey inclinó su cabeza hacia los tres instructores.

—No, desde luego. Acepten nuestras disculpas en nombre de su estudiante por el desafortunado accidente. Por supuesto, nos aseguraremos que algo así no vuelva a suceder de nuevo.

Contuve el aliento. ¿Lo decía en serio? Yo fui la que estuvo en el balcón cuando colapsó y estaba parada justo aquí. ¿En verdad estaba dirigiendo su disculpa al mago de rango superior que ni siquiera había estado presente en el denominado accidente?

Por supuesto que sí. No sabía porque me sorprendía.

Descubrí a Lucas lanzándome una inquieta mirada de reojo y entrecerré mis ojos en él. Puede que tuviera problemas para evitar no pelearme con él, pero incluso yo sabía que no debía perder el control en frente del rey.

Córalie apareció de la nada tan pronto como el rey y Lucas se marcharon, y con algo de dificultad logré convencerla de que se quedara en la celebración.

—Estoy bien, en serio —le aseguré—. Por favor quédate y disfruta bastante por las dos.

—Elena está en buenas manos —dijo Lorcan con una mirada medio divertida y medio exasperada.

—¡Ve! —Le di un pequeño empujón, y con reticencia Córalie desapareció por el camino de regreso al salón de baile.

—Ahora, Elena, por favor —Lorcan me hizo un gesto para que lo siguiera y los otros dos instructores se ubicaron a nuestro alrededor.

No pude evitar sentir que estaban escudándome mientras salíamos rápidamente de los terrenos del palacio y caminábamos calle abajo, recorriendo el corto tramo hacia la Academia. No nos molestamos en esperar un carruaje, por lo que tuve que abrazarme a mí misma, intentando inútilmente mantener lejos de mí el frío.

Ninguno de nosotros habló, y estuve feliz por ello, mi mente viajaba demasiado rápido para poder formar palabras coherentes. Demasiadas cosas intensas habían pasado durante la última hora como para poder procesarlas normalmente.

Sin protestar, dejé que me escoltaran al estudio de Lorcan, y me hundí en la silla más cercana. Por un momento la calidez que ahora me rodeaba hizo que cerrara los ojos. Intenté prepararme para la lluvia de preguntas que sin duda iba a llegar, pero el primer comentario no pareció estar dirigido a mí.

—¿Alguno de ustedes sintió algo?

Mis ojos se abrieron de repente y descubrí a Lorcan observando a los otros dos instructores.

—No las dos obras del príncipe —aclaró—, sino antes de eso, cuando el balcón colapsó.

Jocasta y Walden cruzaron una mirada. Walden se encogió de hombros mientras que Jocasta se movió con inquietud en su lugar.

—¿Quizás? Es difícil saberlo. Había demasiadas composiciones siendo usadas en la celebración como para estar seguros.

Lorcan se frotó la barbilla.

—Sí, eso es lo que temo —Caminó airadamente por el lugar y colapsó en la silla tras su escritorio—. Ah, Thaddeus sin duda investigará, pero no pienso que encontrará algo. Bueno, nada decisivo.

Parpadeé y miré a los tres. Solo Jocasta volvió su mirada hacia mí, una arruga apareció entre sus ojos, pero no intentó hablarme directamente. Al parecer la presencia de un testigo no era del interés de los tres. No cuando, al fin y al cabo, el testigo era yo.

De repente me levanté. Walden se sobresaltó y corrió a tomarme de la mano.

—¿Y tú en verdad estás ilesa, querida? ¡Qué experiencia tan aterradora! Gracias a los cielos que Lucas estaba cerca.

Su amabilidad suavizó su suposición de que Lucas debió haberme salvado —una suposición que al parecer todos compartían—, y logré sonreírle. A duras penas podía culparlo cuando había estado trabajando tan duro para ayudarme a desbloquear mis poderes sin tener éxito. Incluso me sentí algo culpable por no decirle de inmediato la verdad sobre lo que había pasado cuando el balcón colapsó.

—En efecto —dijo Lorcan de manera pensativa—. Debemos hablar con el príncipe tan pronto como regrese a la Academia. Dada su presencia en la escena, debe haber sentido algo.

Entrecerré mis ojos. No sentía tal remordimiento al ocultarle la verdad a Lorcan, y ciertamente no me sentía inclinada a ser franca con él ahora.

—Me voy a la cama —dije en vez de comentar algo.

Su mirada viajó hacia mí.

—Desde luego. Estoy seguro que es una sabia decisión. Y creo que será mejor si en el futuro te limitas a estar en los terrenos de la Academia.

Levanté las cejas.

—¿Es una orden? ¿Tengo prohibido salir de la Academia?

Lorcan tamborileó sus dedos contra el escritorio.

—Los estudiantes no son prisioneros. Tal cosa no tendría precedentes y estamos intentando… —Frunció el ceño—. Digamos que encarecidamente te recomiendo…

—Lo tomaré en cuenta —dije con voz monótona.

Lorcan entrecerró los ojos, pero en realidad no protestó, sino que en cambio movió su mano en un gesto de despido. Salí de su oficina y subí las escaleras con mi cabeza dando vueltas, mis pies encontraron el familiar camino mientras mi mente estaba en un lugar completamente diferente.

Sentí el poder intensificarse sobre el balcón cuando se rompió, estaba segura de ello. Aunque al parecer la composición había sido demasiado sutil —y se había perdido dentro del mar de las demás composiciones—, como para que alguien estuviera seguro sobre su origen o incluso sobre su existencia.

Al igual que me había salvado con una composición hablada. También estaba segura de ello, aunque no tenía una idea clara de cómo lo había logrado, y todos parecían atribuirle el uso de mi poder a Lucas, lo que sugería que mi segunda composición debía haber tenido un poco más de control que la primera.

Todo lo que quería hacer era intentarlo de nuevo, tal vez la casi catástrofe había desbloqueado algo. Ciertamente, eso esperaba, debido a que estaba lejos de ser una situación ideal, si solo podía acceder a mi poder en momentos de estrés extremo.

Pero la precaución me detuvo de intentar hacer algo más esta noche, el colapso del balcón había refrescado el recuerdo de las devastadoras piedras de la biblioteca. Era mejor esperar hasta que pudiera pedirle ayuda a Walden, él podría establecer alguna clase de escudo antes de que comenzara a experimentar.

De seguro ahora que teníamos dos ocasiones de las que valernos, podríamos encontrar algún aspecto en común entre ellas que podría desbloquear mi habilidad.

A pesar de la afirmación que le dije a Lorcan sobre irme a la cama, cuando llegué a mi habitación, no pude acomodarme en ella. Incluso mi habitación se sentía muy estrecha y pronto terminé caminando por el desierto corredor, todos los demás aprendices de primer año seguían en la celebración de mitad de invierno.

Mantuve mis pasos hacia el pasillo del lado izquierdo de la escalera, no quería entrometerme en el dominio de los de segundo año. Sin duda alguna la mayoría de ellos estarían celebrando la mitad del invierno con sus familias, pero no quería arriesgarme a tropezar con alguien justo ahora. A la primera señal de que los de primer año estuvieran regresando, volvería corriendo a mi habitación. Sospechaba que Córalie tocaría, pero planeaba fingir estar dormida. No estaba lista para hablar con nadie de lo que había sucedido. No hasta que descubriera si por fin podría desbloquear adecuadamente mis habilidades.

El reloj marcó más allá de media noche —ya había pasado la noche de la celebración de mitad de invierno—, pero no esperaba que alguien regresara tan temprano. No cabía duda que las festividades continuarían celebrándose bien entrada la noche. Y sabía que mis compañeros la habían estado esperando con tantas ansias como para regresar temprano a casa.

Casa. Aquella idea me hizo detenerme. ¿Cuándo había comenzado a pensar en la Academia como casa? Negué con la cabeza. Esta no era mi casa y no podía olvidarlo. Mis pensamientos volaron hacia mi verdadera casa y deseé poder haber visto la expresión en el rostro de Clemmy cuando Jasper apareció para sorprenderlos. Cuán felices debían estar ahora. Cuán feliz estaría yo si tan solo estuviera allí con ellos.

Dejé que mi mente divagara de los misterios de mi habilidad y la extrañeza de la corte para reflexionar sobre Kíngslee en vez de ello. Solo había pasado una estación y media, y aun así me asustaba cuántos recuerdos de mi hogar se estaban desvaneciendo.

Un suave sonido proveniente detrás de mí, me hizo dar media vuelta. ¿Había perdido mi oportunidad de escapar antes de que los demás estudiantes regresaran?

Pero la figura que salió de las sombras me sorprendió por completo.

—¿Lucas? ¿Qué estás haciendo aquí?

Dio otro paso hacia adelante y yo di uno hacia atrás.

—¿No tienes una suite con los de cuarto año? ¿Qué estás haciendo aquí arriba?

—Buscándote —Dio otro paso hacia adelante y retrocedí otro paso.

—No deberías estar aquí, deberías estar en tu celebración de cumpleaños.

Lucas solo se encogió de hombros y dio un paso más. Esta vez mi espalda chocó contra la pared, justo a un lado de la alta ventana, al final del corredor. La luz de la luna nos bañó a ambos cuando por fin cerró la distancia que había entre nosotros.

—Vine a buscarte —repitió.

—¿Por qué? —pregunté, mi voz salió más temblorosa de lo que quise. Esta era la segunda vez de esta noche que me encontraba parada bajo la luz de la luna, estando bastante cerca del príncipe.

—Elena —Su voz pronunció mi nombre de una manera que nunca imaginé, pero sabía que desde ahora frecuentaría mis sueños—, estuviste parada en un balcón que colapsó, y te salvaste a ti misma con tus palabras. ¿Tienes idea de lo increíble…? —Negó con la cabeza—. Por supuesto que no.

Me tensé, pero las palabras me abandonaron cuando su mirada bajó a mis labios. Si tan solo Lucas retrocediera un paso, entonces quizás sería capaz de volver a pensar. Bueno, pensar en algo más que en lo indeciblemente atractivo e imponente que se veía usando sus finas ropas de fiesta. Y en cuanto lo odiaba por verse así cuando me desagradaba tanto.

—Lo sentiste, ¿verdad? —Me obligué a decir las palabras.

Levantó su mirada hacia mis ojos, el ceño fruncido juntó sus cejas.

—¿Tu obra? Sí, por supuesto.

—No, antes de eso. Cuando el balcón comenzó a derrumbarse.

—Oh, eso —Se apoyó contra la pared que había detrás de mí, sosteniéndose con una mano, y miró hacia abajo para examinar mi cara—. ¿También lo sentiste?

—Sí, lo sentí —De alguna manera las palabras salieron de mi boca, aun cuando no parecía poder recordar como respirar.

Me recordé que solo tenía levantado un brazo. No estaba atrapada, podía marcharme cuando quisiera. Lo haría tan pronto como mis piernas volvieran a funcionar.

—¿Sabes?, los que no son magos no pueden sentir el poder.

—¿Espera? ¿En serio? —Aquello me sorprendió lo suficiente para sacarme de mi estupor. ¿Cómo no había sabido eso antes? Porque los magos naturalmente no escribían libros sobre los comunes y sus experiencias.

Así que no podía escribir de forma segura, pero podía sentir el poder. Una cosa a favor, y una en contra. Deseé haber sabido la importancia de aquello durante todas esas veces que había dudado de mi misma.

—Eres un misterio, Elena.

Me lanzó una mirada llena de mucha fascinación, coloqué mis manos contra su pecho y lo empujé con fuerza. No era un rompecabezas que existía para el entretenimiento de un príncipe.

Lucas cedió, dejó caer su brazo y retrocedió un paso.

—El verdadero misterio es quien derrumbó ese balcón —Le lancé una mirada dura—, y si la intención era que estuvieras en él o no.

Su expresión no cambió, y supe que ya había pensado sobre eso, pero no respondió. Suspiré.

—No le dijiste nada a Thaddeus. No dijiste que no fue un accidente. Ni le dijiste sobre mí.

—Thaddeus es…

—¿Tu primo?

—Un Stantorn.

—¿Qué significa eso?

Se encogió de hombros como si no supiera qué decir.

Suspiré y me moví para rodearlo.

—Ve a la cama, Lucas. O vuelve a tu fiesta, no te necesito ni quiero aquí.

Su mano agarró mi brazo, deteniendo mi progreso. Nuestros ojos se encontraron.

—¿No te lastimó? ¿Esa caída? ¿No te lastimó para nada?

—Cómo puedes ver —Hice un gesto con la mano, señalando la longitud de mi cuerpo, pero me arrepentí de inmediato cuando su mirada siguió el movimiento. Aun llevaba el vestido verde que usé para la celebración de mitad de invierno, y deseé estar vistiendo mi traje de estudio usual y la gruesa capa. El príncipe suscitaba demasiadas emociones en mí, y deseé poder esconderme de él y nunca tener que desentrañarlas.

—¿Crees poder hacerlo de nuevo?

—¿Qué, caerme?

Pero mi respuesta sarcástica por alguna razón no parecía ser suficiente. Lo consideré.

—¿Honestamente? No lo sé.

Sus labios se separaron un poco, pero solo asintió de manera pensativa. Me alejé antes de que pudiera pedirme que lo mantuviera al tanto o algo así. No le debía nada.

Sin embargo, cuando llegué a mi puerta, mis pasos vacilaron. Recordé la forma en que se había movido hacia mí cuando estábamos en el palacio, alineándose conmigo, deteniendo el avance de los guardias. Me volví a mirarlo por encima de mi hombro.

—Feliz cumpleaños, Lucas —dije en voz baja.

La luz de la luna iluminó claramente la sorpresa de su rostro, e hice un gesto hacia el oscuro cielo fuera de la ventana.

—Es pasada la medianoche. Hoy es tu cumpleaños, ¿verdad?

Asintió lentamente, y le dediqué una diminuta sonrisa.

—Así que feliz cumpleaños, príncipe.

Lo escuché suspirar mientras cerraba la puerta tras de mí.

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