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Voz de poder capítulo 24

Ilustración del mapa por Rebecca E Paavo

Publicado el 16 de junio del 2024

Capítulo veinticuatro


Cuando el fuerte agarre me jaló lejos del camino principal, me tropecé y casi me caí, pero antes de que pudiera orientarme o incluso ver quien me había agarrado, un segundo par de brazos me atrapó bruscamente, arrastrándome hacia un lado y a través de una puerta. El primer hombre lo siguió, cerrando la puerta con un fuerte golpe tras él.

El segundo atacante se cernía sobre mí, sus brazos sostenían con firmeza mi espalda contra su pecho, clavando mis brazos en mis costados. Por fin grité, el shock que sentía lo había retrasado, y el primer hombre me golpeó con fuerza en la cabeza. Mi cuello se giró a un lado con fuerza, y por un breve momento mi visión se volvió borrosa, entonces las tres estaciones que había pasado entrenando combate surgieron efecto y respondí por instinto.

Mandando mi cabeza hacia atrás, choqué mi cráneo contra el cuello de mi captor. Resolló, sus brazos se aflojaron y pisoteé con fuerza su pie. Se tambaleó ligeramente, así que me impulsé hacia delante y me liberé.

El hombre frente a mí de inmediato dio un paso hacia delante y se estiró para agarrarme del brazo. Sin necesitar pensar sobre ello, me moví para bloquearlo, mientras al mismo tiempo me agachaba bajo su brazo extendido y le daba un empujón por la espalda.

Dio trompicones hacia delante chocando con el segundo hombre, pero ambos recuperaron rápidamente su equilibrio. No obstante, el segundo que les tomó hacerlo me dio la oportunidad de mirar con rapidez mi entorno. Estábamos parados dentro de un gran edificio vacío, los detalles se perdían en la escasa luz. De seguro era una clase de bodega, aunque de momento no había ninguna mercancía excepto por algunas cajas que estaban al otro lado de la habitación, contra la pared.

Me di la vuelta, buscando la puerta, pero tan pronto la vi mi corazón se hundió. Había dos hombres más interponiéndose entre mí y la salida. Y ya estaban avanzando para venir a ayudar a sus compañeros.

Corrí a toda velocidad hacia uno de los costados, mis pasos resonaban con fuerza en el lugar. Debía haber otra puerta en alguna parte, pero los dos hombres también comenzaron a correr, ubicándose de forma tal que pudieran interceptarme. Intenté acelerar aún más, pero el más alto de ellos me atrapó, tirándome al suelo con un salto impulsado por su carrera.

Me preparé para la caída, recibiendo todo el impacto en mis brazos, sin embargo, aquel hombre había agarrado con fuerza uno de mis tobillos y a pesar de mis patadas, me sostuvo.

—No la dejes ir —gritó una voz tras nosotros—. Sin importar que tan duro pelee no voy a perder el pago que esto nos dará.

Continué pateando descontroladamente, intentando arrastrarme hacia delante, pero el hombre se levantó y me sostuvo contra el suelo.

—¿Qué hay del otro? —preguntó una segunda voz, era claro que estaba mucho más cauteloso que el primero.

—Recuerda que Sullivan y Matthews se quedaron para lidiar con cualquiera que intente seguirnos.

Me relajé contra el suelo, intentando tentar a mi nuevo captor para que cambiara de posición y así pudiera intentar de nuevo escapar, pero él no se movió, estaba distraído por la conversación de sus compañeros.

—Sí, pero puede que él no sea tan débil, y nadie dijo nada de otro…

El estruendo de algo astillándose resonó por el gran lugar cuando la puerta se abrió con ímpetu y se estrelló contra la pared. El hombre que me sostenía contra el suelo se sacudió ligeramente, e intenté colocarme sobre mis manos y rodillas, aun mientras observaba por instinto lo que estaba pasando.

Lucas estaba en el umbral de la puerta, su túnica blanca brillaba en las penumbras. Sus ojos escanearon rápidamente la habitación antes de posarse sobre mí. Creí ver un destello de confusión cruzar en su rostro mientras me observaba luchar, y entonces gritó desde el otro lado de la habitación.

—¡Elena! ¡¿Qué estás haciendo?! ¡Compón!

Una vez más me relajé mientras una chispa recorría mi cuerpo. ¿En que había estado pensando? ¿En serio lo había olvidado de nuevo?

Lucas metió la mano dentro de su túnica, claramente iba a sacar su propia composición, pero no esperé a ver qué es lo que ésta haría. Susurrando las palabras dominantes, conjuré la imagen mental de una de las composiciones de las fuerzas armadas que nunca antes tuve la oportunidad de probar. Las palabras salieron disparadas, tan rápido como podía decirlas.

—Incapacita a todos los atacantes dentro de este edificio. Finalizar dominio.

El poder salió de mí, deslizándose a lo largo del sitio vacío, más fuerte de lo que alguna vez hubiera sentido antes. Su conexión conmigo aún existía y pude sentirlo alcanzar a quien quiera que estuviera en su camino.

El hombre sobre mí gritó y luego se desmayó. Me apoyé contra el suelo, levantándome, y él rodó hacia un lado, chocándose contra el suelo con fuerza. Me arrodillé justo a tiempo para ver el efecto de mi fuerza invisible golpear a los otros.

El hombre alto que me había traído al edificio, se dobló, gimiendo, antes de colapsar sobre sus rodillas y luego caer hacia delante, quedando acostado bocabajo. Los otros dos habían intentado correr, adentrándose más en las profundidades del almacén, pero el poder los buscó, haciendo que ambos cayeran al suelo en silencio.

Ahora todos estaban inconscientes, pero el poder no se desvaneció. Lo sentí estirarse hacia una última víctima, mis ojos se clavaron en Lucas con horror. Nunca quise incluirlo en mi composición.

Ya sea que sintió mi poder o que alguna clase de instinto le advirtió, dejó caer dos de los rollos de pergamino que estaban en su mano, y con estupenda rapidez rasgó el tercer pergamino. Sentí mi fuerza chocar contra su propia barrera de poder.

Por un momento, la oleada de poder se alzó sobre él, pero una burbuja invisible evitó que lo alcanzara y gradualmente mi poder disminuyó y murió.

Permanecí arrodillada, jadeando y mirándolo fijamente. Lucas se veía más alterado de lo que alguna vez lo hubiera visto, pero rápidamente se recuperó, encorvándose para recoger las dos composiciones intactas que había tirado. Guardándolas en su túnica, se acercó hacia mí a grandes pasos.

Extendió una mano para ayudarme a parar, pero la ignoré, levantándome sin su ayuda.

—¿Están… muertos? —Le di un empujoncito con mi pie al atacante más cercano.

Lucas se arrodilló para examinarlo antes de pasar al siguiente.

—No, no están muertos, solo inconscientes. Y ese parece tener algunos huesos rotos —Hizo un gesto con la cabeza hacia el que estaba junto a mí.

Me estremecí, a pesar de mis intentos por calmarme. Me alegraba que no estuvieran muertos, pero no podía sentirme arrepentida por el resto. ¿Quién sabe que habían planeado hacer conmigo?

—¿Qué deberíamos hacer con ellos? —pregunté.

Lucas levantó su mirada hacia mí, y me encogí de hombros de manera defensiva.

—Tú eres el que está estudiando lo del cuerpo de seguridad. No sé los protocolos exactos para este tipo de situación.

—Soy el príncipe de Ardann, y tú eres la primera Maga Hablada de la historia. Creo que deberíamos volver a la Academia y dejarles la limpieza a los rojos.

Maga Hablada. Sentí un nuevo escalofrío recorrer mi columna. Miré a mi alrededor, hacia los cuerpos desparramados. Yo hice esto. Hice esto con mis palabras.

Lucas me apretó el hombro, sintiendo el temblor que sacudía mi cuerpo.

—Esa fue una obra poderosa. No me sorprende que te sientas débil. Vamos.

Me jaló hacia la puerta, y dejé que lo hiciera, rodeando el cuerpo del más grande sin siquiera mirarlo. Cuando salimos al callejón, tuvimos que evitar dos cuerpos más. Supongo que son Sullivan y Matthews. No los observé con detalle.

—Gracias… por venir a ayudarme —dije tardíamente.

Lucas me lanzó una mirada rara.

—No estaba seguro si me necesitarías, pero pensé que si tenían a un mago con ellos… —Su frente se arrugó—. ¿Qué sucedió?

Me encogí de hombros, sintiéndome avergonzada de admitir la verdad. Mi entrenamiento de combate había surgido por instinto, mis músculos respondieron a los largos meses que pasé entrenando. Pero había olvidado completamente mi otra habilidad en el terror del momento. Al igual que durante mi visita a la ciudad continué olvidando mi túnica blanca.

—Para ser unos ladrones eran atrevidos —dijo luego de un momento de silencio—. En especial para decidir enfrentarse a un aprendiz de la Academia.

Me sobresalté cuando volvimos a salir al camino principal, casi tropecé con adoquín suelto. Cuando volví a recuperar el equilibrio, lo miré fijamente.

—Esos no eran ladrones.

Frunció el ceño, mirándome, y sus ojos se ensombrecieron.

—Por supuesto que lo eran. ¿Qué más podrían ser?

—Iban específicamente tras de mí.

Hace tiempo que Lucas había soltado su agarre sobre mí, pero al escuchar eso extendió una vez más su mano y me dio una palmadita en el hombro.

—Es normal sentirse de esa manera, en especial cuando aún estas tan débil, pero pese a todos los esfuerzos que los rojos hacen, aún hay crimen en Corrin, ¿sabes? Algunas personas se aprovecharán de cualquiera, si creen que pueden hacerlo.

Sus ojos parecían estar comunicándome algo más que sus palabras, pero el enojo que ardía en mi interior me volvió demasiado impaciente como para intentar entenderlo. Mis temblores se detuvieron, confirmando lo que ya había adivinado: mi reacción física se debió a la conmoción y no a la debilidad causada por mi uso de poder. Me sentía cansada y adolorida, pero no en extremo, en especial con la energía del miedo aun corriendo por mi sistema.

Hice un gesto hacia mi túnica.

—¿En serio? ¿Crees que un aprendiz parece un buen objetivo para un grupo de criminales callejeros? Tu opinión sobre la inteligencia de los comunes es aún más baja de lo que creí.

Lucas me fulminó con la mirada.

—¿Ahora los estás defendiendo?

—¡Por supuesto que no! —Le devolví la mirada—, pero alguien les dijo que era débil. No esperaban que pudiera defenderme contra ellos. Definitivamente era su objetivo.

Dos guardias en túnica roja aparecieron en la esquina de la calle frente a nosotros. Lucas aumentó la velocidad, pero me lanzó una mirada de advertencia sobre su hombro antes de llegar a ellos.

—Hay ladrones por todos lados, Elena. No dejes que tu imaginación te controle.

Hinché mi pecho, sintiéndome demasiado furiosa para formar palabras, mientras él llamaba a los guardias y reportaba el ataque, diciéndoles donde encontrar a los supuestos ladrones. Estos hombres reconocieron a su príncipe, aun si los criminales no lo hicieron, y ambos se pusieron firmes, sin cuestionar sus palabras.

Uno de ellos sugirió buscar una escolta para que nos acompañara de vuelta a la Academia, pero Lucas rechazó la oferta.

—Vean que esos hombres sean arrestados lo más pronto posible. Como pueden ver soy más que capaz de defenderme solo —Sonrió. Aquel gesto ocultaba una amenaza en lugar de alguna benevolencia.

Ambos guardias asintieron rápidamente y se marcharon en la dirección que les había indicado. Ninguno hizo alguna sugerencia para que fuéramos con ellos.

—¿En verdad crees que esto fue un ataque al azar? —escupí las palabras—. Y supongo que también crees que ese balcón solo colapsó —Mis palabras goteaban con desdén—. ¿Qué eres? ¿Un tonto?

Sus pasos disminuyeron de velocidad, y me lanzó una mirada penetrante. Nunca habíamos hablado del colapso o de la sutil ola de poder que lo precedió. Aquella que ambos debimos sentir.

—No sé qué creer, Elena. Y si supieras lo que es bueno para ti, también te sentirías de la misma manera. Así que repito: es desafortunado que esos ladrones decidieran escogerte por objetivo, debieron haber estado desesperados o simplemente ser imprudentes para atacar a un aprendiz. Sin duda alguna, de ahora en adelante los demás criminales como ellos lo pensaran dos veces antes de hacer algo como eso.

Parpadeé. Cuando me di cuenta que una vez más había fallado en notar las señales sutiles que conformaban este mundo del que aun sabía muy poco, mi rabia se desvaneció siendo remplazada por vergüenza. Entonces Lucas no necesariamente creía que fueron ladrones, solo pensó que sería más seguro apegarnos a esa historia hasta que tuviéramos más información, y que debíamos asegurarnos de decir lo mismo.

Algo de mi enojo anterior regresó. ¿No podía explicarme eso con claridad? Sin duda alguna pensaba que era algo inferior a él, el discutir abiertamente el asunto con una común.

La Academia apareció frente a nosotros, sorprendiéndome. ¿Ya habíamos llegado tan lejos? Lucas se hizo a un lado, de tal forma que cuando caminábamos se rozaba contra mí, y entonces colocó su hombro bajo mi brazo. Casi me tropecé de nuevo ante aquella intromisión inesperada, y él me estabilizó.

—Esa fue una gran obra la que compusiste allá —dijo—. Debes estar exhausta. Es increíble que hayas regresado a la Academia por tu cuenta.

Lo miré y mi corazón casi se aceleró ante la cercanía de sus ojos. Tuve que apartar mi mirada rápidamente antes de que pudiera procesar la advertencia que había en ellos. Sin embargo, luego de un momento asentí. No iba a volver hacerme la tonta. Entendí su advertencia, aun si no quería expresarla adecuadamente.

—Y es posible que quieras evitar mencionarles a nuestros instructores lo mucho que abreviaste esa composición —Ahora había una pizca de diversión en su voz.

Volví a mirarlo, esta vez pude resistir el efecto que me causaba tener su rostro tan cerca del mío.

—Estaba algo presionada por el tiempo, ¿sabes?

Sacudió su cabeza.

—Hablaba en serio cuando dije que tuviste suerte de que no te haya consumido. Fue arriesgado elegir usar una fuerza bruta e incontrolada como esa.

Me sonrojé un poco y aparté mi mirada. Esa no había sido mi intención. Reaccioné por miedo, cortando la mayoría de las limitaciones que había en la composición original. Al recordarlo otra imagen apareció en mi mente.

—¿Vas a decirle a alguien?

—¿Decirles que?

—Que mi composición también te atacó —Me mordí el labio—. Aun no entiendo porqué lo hizo. Te juro que no fue mi intención.

—Elena —Lucas sonaba cansado—, hay una razón por la que pasamos cuatro años aprendiendo control y sutileza en la Academia. Y nosotros no solo decimos rápidamente las primeras palabras que se nos vienen a la cabeza. Hay razones legítimas en por qué algunos de nosotros sienten que una Maga Hablada es peligrosa.

No dije nada, sintiéndome tan afectada por el título como me había sentido la primera vez que lo usó en el almacén.

—En tu composición especificaste a todos los atacantes —dijo. Al parecer interpretó mi silencio como confusión—, pero fallaste en limitarlo a la gente que te atacaba. Estaba allí para atacar a tus captores, lo que me volvía un atacante.

—Ah —Mi voz sonó débil, y lo odié. Pero Lucas tenía razón. No había pensado bien mis palabras, y si no hubiera actuado tan rápido con su composición de escudo…

—Lo siento.

Su ligero sobresalto, solo fue perceptible porque estaba presionado contra mí, ayudándome.

—¿Acabas de disculparte conmigo?

Mi mirada voló a la suya, y la risa que se reflejaba en la profundidad de sus ojos una vez más me hizo quedar sin aliento. Pero me obligué a hacer una mueca, mostrando que reconocía mis propias palabras de la celebración de mitad de invierno.

Sin embargo, antes de que pudiera pensar en una respuesta adecuada, nos condujo a través de las puertas de la Academia. Varios aprendices estaban caminando en el vestíbulo.

—¿Qué te sucedió? —La voz de Natalya sonó medio sorprendida y medio despectiva, su mirada viajaba de Lucas a mí.

La miré confundida por un momento, antes de bajar mi mirada hacia mi túnica que antes era blanca, y ahora estaba sucia, rasgada y tenía manchas de sangre provenientes de varios rasguños largos en mis brazos.

Lucas se apartó de mi rápidamente, y me balanceé. Toda esta experiencia se estaba poniendo al día conmigo, mientras en la distancia alguien llamó a Acacia.

Para cuando la sanadora llegó, Lucas ya había desaparecido.

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