Araminta permaneció petrificada, luciendo como si estuviera a punto de desmayarse, mientras que Córalie, Azafrán y yo intercambiamos miradas horrorizadas. ¿Seleccionados al azar? Nadie mencionó que no estaríamos peleando contra nuestras parejas habituales.
Lucas caminó al frente, su rostro era tan impasible como el de Thorton, y sostenía relajadamente en su mano su espada de práctica sin filo. Araminta no se movió para unirse a él.
Thornton se aclaró la garganta, su expresión se volvió amarga.
—No tenemos todo el día, Araminta. Por favor de un paso al frente para su examen.
La pobre chica logró de alguna manera impulsar sus piernas para que avanzaran, pero mientras lo hacía se volvió a ver al resto de nuestro grupo de estudio. Le lancé la mirada más alentadora que pude hacer, intentando ocultar mi propio terror ante con quién podría ser emparejada. Debió funcionar, porque su agarre se apretó y enderezó la espalda.
Por supuesto, aquello no ayudó mucho. Puede que Lucas no tuviera la vena vengativa de alguien como Weston, pero era el espadachín más hábil de nuestro año, y no hizo ningún intento por dejárselo fácil a Araminta quien se las arregló para bloquearlo dos veces y para intentar un único ataque débil. Entonces la espada del príncipe destelló, y, aunque no pude ver como sucedió, la espada de Araminta salió volando, la espada sin filo de Lucas descansaba contra su garganta.
—Ríndete —dijo Lucas.
Araminta comenzó a asentir antes de recordar la espada en su garganta y chillar:
—Me rindo.
—Bueno, eso fue deprimente —susurró Córalie en mi oído—. Aunque si logra pasar con ese intento, entonces todos estaremos a salvo.
Thorton apuntó varias notas en su pergamino y luego dijo los siguientes nombres sin levantar la vista.
—Finnian y Dariela.
Lorcan sonrió, sin duda anticipando un combate mucho más interesante, y escuché a Calix murmurar:
—Esto será bueno.
Y por supuesto lo fue. Ambos estaban aún más igualados de lo que yo esperaba estar con Córalie, solo que su habilidad era mucho mejor. Bloquearon, arremetieron, esquivaron y zigzaguearon por el patio durante quince minutos antes de que Dariela lograra hacer una finta experta, atrapando a Finnian fuera de guardia, lo que le permitió ir por el golpe de gracia.
Con su espada descansando contra su corazón, Finnian sonrío, apenas sin aliento y dijo:
—Me rindo.
Lorcan de hecho aplaudió y Thorton dijo un seco: «Excelente». Quizás era la primera vez que lo había escuchado dar tan alto cumplido.
«Conociendo mi suerte, seré la siguiente», pensé, pero para mí alivio no escuché que dijeran mi nombre.
Azafrán y Clarence fueron los siguientes. La chica norteña lució más que aliviada cuando escuchó su contrincante.
Finnian le dio una palmadita en la espalda mientras caminaba hacia nosotros para unírsenos.
—Acábalo —dijo con alegría, pero ella lo ignoró, sus ojos se desenfocaron de aquella manera en que lo hacían cuando se estaba preparando mentalmente para un combate.
Clarence duró más de lo que Araminta pudo, ya que Azafrán era menos hábil que Lucas. Pero, aun así, al final ella se las arregló para deslizar su espada más allá de sus defensas, propinándole un fuerte golpe en el pecho. El chico alto se rindió con rapidez, en su mayoría lucía aliviado de que todo hubiera acabado. Por la expresión de su rostro sabía que había tenido suerte en el sorteo.
Tanto Córalie como yo faltábamos, pero no me gustaban mucho las probabilidades que tenía de ser emparejada con mi amiga. No cuando también quedaban cuatro de mis compañeros menos favoritos. Cuando los siguientes nombres llamados fueron Natalya y Córalie, mi corazón se hundió hasta mis botas.
Córalie me dio una mueca simpática, consciente de que Natalya sería un oponente mucho más fácil que Calix o Weston, los cuales aún quedaban. No obstante, un momento después, cuando estaba frente a la chica Devoras, su completa concentración estaba en su propio combate. Y lo hizo mucho mejor de lo que esperaba, durando varios minutos e incluso asestó un golpe de refilón contra el brazo de Natalya antes de ser forzada a rendirse ante la punta de la espada contra su garganta.
Natalya se veía complacida consigo misma, y su hermano y Lavinia la felicitaron, pero Córalie también lucía bastante contenta. Sin embargo, su expresión desapareció cuando Thornton anunció el siguiente combate: Calix y Lavinia.
—Auch —Me dirigió una mueca compasiva, pero mi rostro parecía haberse congelado y no pude responder. Solo quedábamos dos. Weston y yo.
Ni siquiera vi como Calix le daba una paliza a Lavinia, mientras el miedo me embargaba. Iba a reprobar, y entonces sería ejecutada.
Pero cuando Lavinia dijo: «me rindo» y Thorton anotaba aún más notas en su pergamino, mis ojos se posaron sobre Lucas. Su mirada viajo de mí a Weston y luego a Thornton. No podía leer su expresión, pero ciertamente estaba contemplando algo.
Y entonces una rabia repentina alejó mi miedo. Thorton, mi reprobador instructor Devoras, declaró que los combates eran seleccionados al azar. Pero ¿qué probabilidades había de que fuera la última en el sorteo? Y con Weston como mi pareja. Justo como aquella primera clase hace casi un año en la cual fui masacrada. Esperaba que me tendieran una trampa para que reprobara, pero mi concentración había estado en la clase de composición, en el lugar donde era diferente. Estuve mirando hacia la dirección equivocada.
La rabia que corría por mis venas era energizante, y caminé hacia delante tan pronto como Lavinia y Calix se unieron al grupo, sin siquiera esperar que dijeran mi nombre. Mi mano sostenía con tanta fuerza la empuñadura de la espada, que mis nudillos se volvieron blancos.
Weston avanzó con calma detrás de mí, y con una sonrisa en su rostro. Esto no sería nada parecido a Lucas y Araminta. El príncipe no le había mostrado piedad a su oponente, pero tampoco le había mostrado crueldad. Weston, por otro lado, claramente estaba esperando cortarme en rebanadas. Preferiblemente con una generosa dosis de humillación añadida.
Me coloqué en la posición correcta y levanté mi arma frente a mí. Weston se tomó su tiempo asumiendo su posición, pero no dejé que mi concentración vacilara. Sin importar que pasara, iba a mantenerme en el combate el tiempo suficiente para poder pasar. Si iban a pasar a Araminta —y lo más seguro es que lo hicieran—, entonces también estarían obligados a pasarme a mí.
Weston comenzó sin ninguna advertencia, abalanzándose hacia delante con una finta rápida. Retrocedí justo a tiempo, usando un bloqueo torpe para rechazar su espada. Sonrió y una vez más se abalanzó de inmediato. Salté retrocediendo aún más, y los sonidos del resto del grupo se desvanecieron.
Mi atención se canalizó en Weston, y me encontré estableciéndome en un ritmo que nunca antes había experimentado. Mis músculos se movían incluso antes de que se los ordenara, generando cada bloqueo según lo necesitaba. Aunque los ataques venían tan rápido que no tenía oportunidad de regresar alguno. Todo lo que podía hacer era mantenerme fuera del alcance de su espada y mantener mi propia arma en mi mano.
Cuando me asestó un golpe —uno fuerte dirigido a mi brazo izquierdo que claramente estaba pensado para herir en vez de forzar una rendición—, me concentré aún más en mantenerme fuera de su alcance. Bailé alrededor del patio de entrenamiento, alejándome de él.
—Se supone que esto sea un examen de combate —se mofó, su voz era demasiado baja como para que los demás lo escucharan—, no de huida.
No desperdicie mi aliento respondiéndole. Todos los presentes sabían que Weston era un espadachín superior a mí. Si era verdad que todos iban a estar en las líneas de frente, pronto aprendería el valor de una retirada frente a una fuerza superior. O no. Sin importar el modo que fuera no derramaría lágrimas por él.
Vi una apertura y me abalancé hacia delante, pero me di cuenta demasiado tarde que había sido un truco. Siendo incapaz de retroceder, reaccioné por instinto tal y como había hecho durante el ataque en la ciudad. Soltando mi espada, me lancé hacia delante con una voltereta, rodando bajo su brillante espada y levantándome tras él.
Clavé mi codo con tanta fuerza como pude contra su columna. Weston gruñó y se tambaleó, cayendo al suelo sobre una rodilla. Girando, me agaché y recogí del polvo mi propia arma. Levantándola tan rápido como pude, me abalancé por su garganta.
Weston se tambaleó lejos de mí, apenas logrando levantar su espada a tiempo para hacer un débil bloqueo. Presioné hacia delante con un ataque más fuerte, pero de alguna manera él recuperó el balance y me bloqueó de nuevo.
Ahora sus ojos tenían un brillo horrible. Apartó mi espada de un golpe y se abalanzó. Era claro que antes se había estado conteniendo, jugando conmigo. Resistí por unos escasos segundos contra su nueva furia, antes de que la punta de su espada descansara sobre mi garganta.
Intenté rendirme, pero la presión de la punta de su espada aumentó y comencé a ahogarme. Aun así, presionó con más fuerza.
—Weston —La calmada voz que atravesó el patio de entrenamiento no pertenecía a ninguno de los dos instructores, pero Weston bajó de inmediato la punta y se alejó de mí.
Se volvió a mirar a Lucas con los ojos entrecerrados, pero él príncipe le devolvió la mirada con frialdad sin retroceder. La autoridad y confianza manaban del miembro de la realeza, y Weston bajó la mirada. Luego regresó a su grupo.
Me tomé un momento para inhalar el hermoso y refrescante aire, tosiendo varias veces, antes de doblarme a recoger mi espada.
—Bueno —dijo por fin Thorton—, eso fue diferente.
Le sonreí.
—Mi especialidad.
Lorcan tosió de tal manera que sospechosamente sonaba a una risilla, y Finnian en realidad se rió en voz alta, dándome palmaditas en la espalda cuando llegué donde mis amigos.
—Buen espectáculo.
—Te diste cuenta que perdí, ¿verdad? —Sacudí mi cabeza ante él.
—Bueno, siempre ibas a perder —dijo sin disminuir su alegría—, pero al menos lo hiciste con estilo.
Puse mis ojos en blanco mirando a Córalie que no parecía saber si unirse a su risa o lucir horrorizada.
—¿Estás bien? —Hizo un gesto hacia mi garganta.
Hice una mueca.
—Un poco maltratada, pero considerando todo lo que pasó, esperaba estar mucho peor.
—Creo que él también lo esperaba —dijo Finnian de manera pensativa.
—¿Qué? —preguntó Azafrán frunciendo el ceño con confusión.
—Creo que sorprendiste a Weston, él esperaba que saliera más a su manera.
—Él y Thorton, no cabe duda —murmuré, y Finnian me lanzó una mirada más perspicaz de lo que me gustaría. Con su actitud bromista era fácil olvidar la perspicaz mente que había tras ella.
—Ese fue el último combate —dije deprisa—, el examen se acabó, ¿verdad? Vamos por algo para almorzar.
—Espera, primero tenemos que escuchar nuestros resultados —dijo Córalie.
—¿Qué? ¿Ahora? —pregunté.
—Por supuesto, no es como si fueran a entregarnos papeles con nuestras calificaciones —respondió.
Lorcan y Thornton estaban parados a cierta distancia de nosotros, hablando en voz baja, mientras todos esperábamos con diferentes estados de suspenso. Vi que la mirada de Thorton permanecía un rato sobre mí antes de deslizarse hacia Araminta. Su rostro se contrajo y entonces asintió una vez.
Lorcan se volvió hacia nosotros y aplaudió con fuerza.
—Felicitaciones, primer año. Todos pasaron.
Un murmullo recorrió el grupo, y Araminta se puso sonrosada del placer.
—Sus clasificaciones son las siguientes —Thorton hizo una pausa dramática, pero a mí no me importaba mi clasificación siempre y cuando hubiera pasado.
—Primera: Dariela.
Natalya y Lavinia vitorearon y felicitaron a su amiga, al parecer estaban complacidas de tener a una chica liderando en combate.
—Segundo: Lucas.
Felicitaron al príncipe con casi el mismo entusiasmo. Lucas no se veía ni complacido ni disconforme, me pregunté si secretamente estaba descontento de no ser el líder de la clase. A diferencia de Dariela, su pareja casi no le había dado la oportunidad de mostrar su habilidad.
Thornton leyó el resto de la lista sin detenerse.
—Weston, Finnian, Calix, Natalya, Azafrán, Lavinia, Córalie, Elena, Clarence, Araminta.
De inmediato Weston se marchó ofendido, sus amigos siguiéndolo detrás, lanzándome varias miradas fulminantes mientras pasaban.
Pero estaba demasiado alegre como para que me importara. Pasé. Incluso Araminta pasó. Parecía un milagro.
—Parece que tu enseñanza valió la pena —le dije a Finnian con una sonrisa—. Espero que no estés decepcionado por tu clasificación. Obtuviste un puesto más alto que algunos de los que en verdad ganaron sus combates.
—Mírame, estoy totalmente eufórico —Sonrío con un poco de ironía.
—Yo digo que gracias a los cielos que se acabó —dijo Córalie recuperando un poco de su alegría habitual—. Solo queda uno más.
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